Transcripción de los bienes secuestrados a los padres jesuitas de los pueblos de Casanare y llevados a la hacienda de Caribabare

Autores/as

  • Julián Galindo Zuluaga Universidad del Rosario

Resumen

Las misiones jesuitas en los Llanos del Orinoco colombiano pasaron por un sinfín de vicisitudes que merecen un estudio detenido, pues la constitución de las doctrinas del Casanare se formó como un verdadero emporio con muchas aristas sociales, económicas, religiosas, etc., a estudiar. La historia de las misiones de la Compañía de Jesús comenzó a principios de la década de 1620 para las doctrinas llaneras. Cuando llegaron a campo, hubo una fuerte pugna con los encomenderos, comerciantes y el clero diocesano, pues los jesuitas promovieron una protección a favor de los nativos. Los encomenderos sacaban provecho de los indígenas al hacerlos tejer calcetas, mantas, lienzos y otros productos; podían tratarlos como esclavos, pues los originarios tenían pocos métodos de resistencia que no fueran violentos, salvo replegarse a los arcabucos. Así, para 1628, el nuevo arzobispo, Julián de Cortázar, les pidió a los padres jesuitas que se retiraran de la misión, regresando únicamente hasta 1659, con el auspicio del arzobispo regente y durando hasta la fecha del documento en cuestión, 1767. Si bien no se pretende tener un tono apologético frente a los ignacianos, a través de los folios se verá cómo se pudo truncar la misión original frente a diferentes distracciones como lo fueron los bienes económicos, desarrollados principalmente en la hacienda de Tame. El establecimiento de los jesuitas en los llanos fue un proceso complejo, pues las condiciones climáticas y geográficas, las extensas distancias, el carácter de las comunidades indígenas, entre otros, dificultaron en gran medida un asentamiento en muchos lugares llano adentro, como las misiones de los Salivas, en el actual Vichada.

Publicado

2021-07-01